martes, 30 de junio de 2009

Odio

"Hay gente que afirma amar a la humanidad, otros les responden acertadamente que sólo se puede amar en singular, es decir a personas concretas; yo estoy de acuerdo con eso y añado que lo que vale para el amor vale también para el odio. El hombre, ese ser ansioso de equilibrio, compensa el peso del mal que cae sobre sus hombros sobre el peso de su odio. Pero intentad orientar el odio hacia la mera abstracción de los principios, hacia la injusticia, el fanatismo, la crueldad, o si habéis llegado a la conclusión de que lo odiable es el propio principio de la humanidad, ¡tratad de odiar a la humanidad! Este tipo de odios es demasiado sobrehumano y por eso el hombre para aliviar su furia (consciente de la limitación de sus fuerzas), termina por orientarlo siempre hacia un individuo.

Eso fue lo que me aterró. De pronto se me ocurrió que ahora Zemanek podía ampararse en cualquier momento en su transformación (que, por lo demás, se empeñaba en demostrarme con sospechosa premura) y pedirme en su nombre que lo perdonase. Eso me parecía horroroso. ¿Qué le digo? ¿Qué le respondo? ¿Cómo le explico que no puedo reconciliarme con él? ¿Cómo le explico que perdería repentinamente mi equilibrio interno? ¿Cómo le explico que el fiel de mi balanza interior saldría volando hacia arriba? ¿Cómo le explico que el odio hacia él compensa el mal que cayó sobre mi juventud, sobre mi vida? ¿Cómo le explico que precisamente en él veo realizado todo el mal de mi vida?

¿Cómo le explico que necesito odiarlo?"

Milan Kundera ("La broma")


Existe el peligro de creer que todo lo que lees en un libro de más de doscientas páginas es un valioso consejo existencial de un hombre más experienciado que tú (de eso no cabe duda, entre Kundera y yo). Pero lectores: que no.


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