sábado, 14 de noviembre de 2009

-"Alguien que conocí,escribió ,que abandonamos nuestros sueños
por miedo a poder fracasar. O lo que es peor aun, por miedo a poder triunfar." Frase de Dianita.
- ¿Cuál es mi sueño?
- ¿Amar?
-...
- Quiza ese sea el mio.
- Y el mio.
- Claro. Porque eres un poeta.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Dime con quién andas y te diré qué tomas



Septiembre es el mes de los reencuentros: reencuentros con la secretaria de la facultad, reencuentros con el “Singstars” de las vecinas, reencuentros con la profesora que te había suspendido en junio, con la factura del teléfono de agosto y, cómo no, con tus amigos. Además de los amigos de siempre, tienes a tus viejos amigos, esa gente de la que te has distanciado por unas causas o por otras, pero que siempre que coincides con ellos es una alegría y puedes estar hablando con ellos toda la noche. El secreto de este renovado interés por los viejos amigos es que, como no lo ves nunca, tenéis montones de cosas que contaros. Estos reencuentros, en mi opinión, son lo mejor que tiene el mes más temido del año, así se sobrelleva mejor el síndrome post-vacacional. Lo que me pasó recientemente es que tuve un reencuentro con un amigo del que había oído varias cosas (cosas que no vienen al caso). Unas serían mentiras y otras no, pero cuando hablé cara a cara con él tuve la oportunidad de escucharle hablar sobre esos rumores, y tener la certeza de que no intentaba ocultármelo, lo cual me demostró que a pesar de todo lo que pudiese contar la gente aburrida y resentida esa persona seguía siendo el chaval que conocí con quince años y que sí, había cambiado, igual que yo, pero no se había transformado en el monstruo que aquellos mojigatos iban pregonando.

Y ahora quiero entrar en el tema de verdad: la droga.

Estoy hasta los cojones de los pseudo-modernos que van a ver toda clase de aberrantes películas a la Filmoteca Regional sobre agujas hipodérmicas, brazos gangrenados y apuestos jóvenes que destrozan su vida por la coca, la heroína, el LSD y demás. Nosotros, mientras tanto, consumidores habituales de drogas legalizadas por el estado, como la extrema gilipollez, la puerilidad aberrante y la parálisis mental, llevamos nuestras gafapastas y nuestras boinas y flequillo desfilado a un lado, nos hacemos nuestras fotos superyonkis y quepedazofiestanoche. Pobre actor guapo, pobrecito. No te preocupes, porque él tiene dinero para pagarse su droga y sus clínicas de desintoxicación, sin embargo ya he visto la cara que pones cuando una persona REAL se mete una raya REAL y resulta que tiene un problema que no está detrás de la pantalla, que a lo mejor no tiene dinero para costearse la comida y su vicio, y lo mejor de todo, es que hace menos de dos años pasabas todas tus tardes en su compañía, te estabas yendo de fiesta con él, echándole de menos, y haciéndote fotos que subiríais a yourspace. Pero ha pasado el tiempo y ahora es un jodido yonki al que no te quieres acercar por si te contagia algo, y sobre todo porque mucha gente piensa que no es más que eso, un yonki, y me da igual lo que piense el resto del mundo, pero sí lo que opines tú, que supuestamente le conoces. Así que puedes seguir adoptando tu pose liberal, tolerante y moderna, de joven agnóstico y de izquierdas y colgando tu chapa de anarquía en tu mochila, sigue en tus trece mientras yo espero aquí a que te pegues una ostia contra el asfalto y despiertes de una vez de ese cuento de hadas. Y no me pidas que veamos otra vez Requiem for a Dream. Por favor, no me lo pidas otra vez.

martes, 30 de junio de 2009

La incertidumbre.





Esa llamada que nunca llega. Ese beso que nunca te roza. Ese abrazo que no sabes si te llenará. Ese amor que no sabes si se acerca o se aleja. Ese sabor a marchito recorriéndote la garganta... Tan extraño y tan sincero...
Por encima de todas las emociones, la incertidumbre es la más sincera. ¿Por qué? Porque no nos dice nada. Nos pone el corazón a mil por hora, y tu vida se debate en un blanco y negro puramente existencial. No es ni felicidad ni tristeza. No es ni alegría de pena. Es un, "¿qué es?" que te agobia y te llena.
Y como todas las verdades de este mundo, intentamos evitarla a toda costa. Maldita sea ella y la sensación que deja sobre nuestro cuello.
La seguridad nos dice que el tatuaje nos gustará siempre, cuando sabemos que es mentira.
La tristeza nos dice que todo saldrá mal, cuando sabemos que es mentira.
Y la única furcia que nos dice que el mundo no es como nosotros pensamos, que no nos miente al fin y al cabo, es la que debe desaparecer.
Pero cuando surge... Tengan cuidado. Controlense, y simplemente dejensé llevar. Lo que tenga que llegar llegará, nos guste o no.
Pienso en esos jovencillos que no saben a que sabrán esos labios... a esos perdidos que dudan de su sexualidad... a esos pequeñajos que tanto les late el corazón cuando piensan en ciertos ojos... a esos que no comprenden los caminos que se les abren... a esos que no descifran del todo esos mensajes...
Si la incertidumbre desaparece, quiere decir que lo sabremos todo... que no habrá duda...
Y alguien dirá:
¿No sería eso aburrido?
No. Será el fin del mundo.

Entonces, ¿qué deciden ustedes? ¿Incertidumbre o no?

Odio

"Hay gente que afirma amar a la humanidad, otros les responden acertadamente que sólo se puede amar en singular, es decir a personas concretas; yo estoy de acuerdo con eso y añado que lo que vale para el amor vale también para el odio. El hombre, ese ser ansioso de equilibrio, compensa el peso del mal que cae sobre sus hombros sobre el peso de su odio. Pero intentad orientar el odio hacia la mera abstracción de los principios, hacia la injusticia, el fanatismo, la crueldad, o si habéis llegado a la conclusión de que lo odiable es el propio principio de la humanidad, ¡tratad de odiar a la humanidad! Este tipo de odios es demasiado sobrehumano y por eso el hombre para aliviar su furia (consciente de la limitación de sus fuerzas), termina por orientarlo siempre hacia un individuo.

Eso fue lo que me aterró. De pronto se me ocurrió que ahora Zemanek podía ampararse en cualquier momento en su transformación (que, por lo demás, se empeñaba en demostrarme con sospechosa premura) y pedirme en su nombre que lo perdonase. Eso me parecía horroroso. ¿Qué le digo? ¿Qué le respondo? ¿Cómo le explico que no puedo reconciliarme con él? ¿Cómo le explico que perdería repentinamente mi equilibrio interno? ¿Cómo le explico que el fiel de mi balanza interior saldría volando hacia arriba? ¿Cómo le explico que el odio hacia él compensa el mal que cayó sobre mi juventud, sobre mi vida? ¿Cómo le explico que precisamente en él veo realizado todo el mal de mi vida?

¿Cómo le explico que necesito odiarlo?"

Milan Kundera ("La broma")


Existe el peligro de creer que todo lo que lees en un libro de más de doscientas páginas es un valioso consejo existencial de un hombre más experienciado que tú (de eso no cabe duda, entre Kundera y yo). Pero lectores: que no.


lunes, 18 de mayo de 2009

Al fondo del balcón




-¿Qué haces? ¿Qué demonios...? ¿Qué ha pasado aquí?

-Hola, cariño...

-¿Qué llevas en la mano? ¡Enséñamelo, estúpido!

-Tranquila... son solo drogas.

-Dios... pero, ¿qué has hecho? El whisky, el ron, el tequila, el vodka, todas la botellas vacías, todo patas arriba...

-Dios no tiene nada que ver con esto, la decisión ha sido mía, y solo mía. Necesito apoyarme en alguna parte, casi no puedo ver, casi.

-¿Qué has hecho? ¿Para esto me llamas? ¿Para ver como acabas contigo? ¿Para que vea lo mal que estás?

-No, para que me veas tal y como soy justo antes de morir. Porque creía que irme solo sería maravilloso pero empiezas a recordar lo que deberías y no deberías y me he acordado de ti. Me he acordado... Me he acordado del mundo y de las casualidades, de como nos encontramos, y de como nos separamos. Déjame que me siente, déjame que descanse.

-¿Cómo que morirte? Me estás asustando. ¡Llamaré al hospital!

-No.

-¡Estás fatal!

-No, por favor, no lo hagas.

-Déjame hacerlo.

-¡Noooo! ¡Acercate, ven, más cerca, y mírame a los ojos! ¡Mírame a los ojos!

-Dios... deja de llorar, déjame ayudarte.

-Mírame a los ojos y entiéndeme. Necesito irme. Necesito dejar de pensar y de creer que puedo ayudar al mundo con mis escritos, mi poesía, mis palabras. Por eso bebo y fumo, para olvidar que puedo pensar, para olvidar que soy una persona y creerme animal, como todos los de fuera. Para dejar de entrar en razón, y sentirme bien, aunque sea mentira. Como sus vidas, que son de mentira. Yo quiero vivir mi mentira, déjame vivir mi mentira, y morir de verdad.

-No, no hagas eso. Ve a un psicólogo, o algo. Necesitas ayuda.

-Eso dicen. Necesitas ayuda. Necesito ayuda por sentirme diferente, por no ser correspondido, por ser vapuleado y machacado. No, me equivoqué al nacer. Lo hice en el lugar, en la fecha, y en el cuando equivocado. No, no puedo quedarme, y tú lo sabes muy bien. ¿Sabes lo que cuesta ver que todo en lo que trabajas durante años se convierte en arena? ¿Sabes lo duro que es? ¿Sabes lo difícil que es comprender, que para eso por lo que tú creías que valías no existe?

-Llamaré a urgencias...

-¡NOOOOOOO! El mundo necesita una ambulancia. Yo necesito una explicación. ¿Por qué lo permite? ¿Por qué todo el mundo se queda tan tranquilo viendo como todo en lo que creían estalla en mil pedazos y se clava, como cristales afilados, en su pecho? Sí... ellos están como yo, doloridos al ver sus sueños rotos. Despiertan y todavía siguen ahí. No he conocido ni una sola persona que de verdad tenga ganas de vivir. Y yo me siento solo, sin ganas de nada. Ya no soy un guerrero, probablemente nunca lo fui. Los caballeros nunca existieron, solo la sangre y las cabezas cortadas. Los paisajes bucólicos, el carpe diem... Las damas de tez blanca como la nieve, murieron en sus cuadros, murieron en sus poemas, en sus relatos, al igual que yo muero en el mío.

-Por favor, no hagas esto.

-No llores, y escúchame.

-No quiero escucharte, ¿vale? Hay miles de motivos por los que vivir, hay miles de... de estupideces por las que seguir adelante. Puede que el mundo no sea perfecto, que la gente no sea la ideal, que muchos de los valores en los que crees ya no existan...

-...los valores han muerto...

-...pero hay gente que te espera y te respeta. Siempre hay sueños por los que luchar, sueños por los que seguir adelante, sueños por los que vivir.

-Hace tiempo que no duermo. Hace tiempo que no cierro los ojos, y al abrirlos, me siento descansado. Hace tiempo que no soy capaz de creer en nada, que me tumbo y empiezo a llorar como si fuera un bebé. Pero no hay madre que sepa consolarme, ni alimento que cubra mi hambre. Los idealistas han muerto, y su fruto ha llegado a la tierra, se ha podrido, y de la semilla solo han surgido espigas. Me duelen los pies, me duele la mirada. ¿Dónde está ahora ese que se acerca a limpiarte las impurezas? ¿O aquel último que solo le interesa la geometría? ¿Y aquel que ayudaba por ayudar? ¿Dónde está ese héroe? ¿Dónde están los héroes? Odio a los héroes por desaparecer de este mundo. Los envidio por haber comprendido que lo mejor era marcharse. Me marcho con los héroes, a aprender de ellos.

-No... las drogas hablan por mí.

-Las drogas hablan por mí pero con mis palabras. Con lo que siempre quise soltarle al mundo a la ¡CARA! ¿Sabes que pensé un día? Juzgar cada alma del mundo, y si no pasaba la criba, pum, bala en la cabeza. ¿Crees que voy de coña? Mira en ese cajón, ahí está el arma...

-...joder...

-Cuando la compré, me senté en este mismo sofá, la miré, la cargué, y rememoré los rostros de todas y cada una de las personas con las que me había cruzado. Sentí lástima. Tan perdidas...

-¡La gente no está tan perdida como piensas!

-Lo está más. La gente sonríe en la calle. Al chico que limpia las botas. Al que reparte periódicos. Al de las flores. Al del piano. Cuando llega a casa, ¿sabes que hace? Saluda a su familia, se mete en la ducha, y llora, confundiendo agua dulce con salada. Y para él eso es suficiente. ¡No cambiar su vida! ¡No cambiar su forma de ver las cosas! ¡No! ¡Llorar y redimirse! Por eso guardé el arma, porque si tenía que pegarle un tiro a todo aquel que no quiere cambiar, tendría que ser yo el primero. Sufro por querer cambiar la realidad. Y ahora mismo estoy siendo el primero en recibir esa bala, y duele mucho. Demasiado.

-No te rindas, por favor.

-Sí me rindo. Y esta vez te lo pido yo por favor. Si la gente no quiere cambiar, no quiere luchar, y quiere seguir rodeado de tanta mentira, de tantos engaños, y de tanta falsa felicidad, ¿no tengo yo derecho a desaparecer? ¿No tengo yo derecho a elegir que no quiero vivir rodeado de gente así?

-Es una locura.

-Sí, es una locura. Y ahora me voy de este mundo de asesinos. Yo jamás seré aclamado, jamás escribirán sobre mí, porque el arte ha muerto, los clásicos han sido enterrados, y solo importa la ignorancia. Sonríen porque creen que deberían sonreír, pero ni ellos mismos podrían asegurar porqué lo hacen. El arte ha muerto, y yo no puedo vivir en un mundo sin arte. No hay sitio aquí para gente como yo. No debería haber sitio para ningún tipo de gente. Me voy, y mientras el infierno esté vacío, tomaré el sol con los bandidos, los rufianes, y los románticos.

>>No digas nada, escuchame. Les tendí la mano. He visto delante de mí a gente sufriendo de verdad. Por los sentimientos, por una verdad, por una mentira. He intentado ayudar, y no he conseguido nada. No... la gente no quiere ser ayudada. El amor ha muerto.

-El amor nunca morirá.

-El amor siempre ha estado muerto. Lo dejamos tirado en la cuneta un día de nuestras antiguas vidas, y cuando descubrimos el crimen disfrazamos al primer estúpido que pasó. El amor ha muerto, y yo me voy con él.

-No... no te vayas...

-Sí, me voy. Diles a todos que he fracasado, diles a todos que les regalo mi orgullo, ¡que no lo quiero!

-No digas tonterías, no te vas a ninguna parte.

-Me voy... Debo irme. sujétame entre tus brazos, que al final de mis días sienta que existe algo... Sujétame no para vivir, sino para morir... que en el último segundo de mi vida, sienta de verdad...  

martes, 12 de mayo de 2009

Dime de lo que presumen...

Dificilmente podría expresarme yo mejor que el magnífico Cortázar, y dado que su alusión a los grupos movimientarios de lucha social es bastante acertada para esta entrada, ahí va, disfrutar de su prosa :D

"(...) En esos casos Oliveira agarraba una hoja de papel y escribía las grandes palabras por las que iba resbalando su rumia. Escribía, por ejemplo: "El gran hasunto", o "la hencrucijada". Era suficiente para ponerse a reír y cebar otro mate con más ganas. "La hunidad", hescribía Holiveira. "El hego y el hotro". Usaba las haches como otros la penicilina.
(...)

Ceder a la generosidad fácil y largarse a pegar carteles clandestinos en las calles le parecía una explicación mundana, un arreglo de cuentas con los amigos que apreciarían su coraje, más que una verdadera respuesta a las grandes preguntas.

(...)

Pero todo era escindible y admitía en seguida una interpretación antagónica: a carácter pasivo correspondía una máxima libertad y disponibilidad, la perezosa ausencia de principios y convicciones lo volvía más sensible a la condición axial de la vida (lo que se llama un tipo veleta) capaz de rechazar por haraganería pero a la vez de llenar el hueco dejado por el rechazo con un contenido libremente escogido por una conciencia o un instinto más abiertos, más ecuménicos por decirlo así.
"Más hecuménicos", anotó prudentemente Oliveira.

(...)

En todo caso Oliveira rechazaba esa salida del yo, esa invasión magnánima del redil ajeno, bumerang ontológico destinado a enriquecer en última instancia al que lo soltaba, a darle más humanidad, más santidad. Siempre se es santo a costa de otro, etc. No tenía nada que objetivar a esa acción en sí, pero la apartaba desconfiado de su conducta personal. Sospechaba la traición apenas cediera a los carteles en las calles o a las actividades de carácter social, una traición vestida de trabajo satisfactorio, de alegrías cotidianas, de conciencia satisfecha, de deber cumplido. Conocía de sobra a algunos comunistas de Buenos Aires y de París, capaces de las peores vilezas pero rescatados en su propia opinión por la lucha. En estas gentes la acción social se parecía demasiado a una coartada, como los hijos suelen ser la coartada de las madres para no hacer anda que valga la pena en esta va, como la erudición con anteojeras sirve para no enterarse de que en la cárcel de la otra cuadra siguen guillotinando a tipos que no deberían ser guillotinados. La falsa acción era casi siempre la más espectacular, la que desencadenada el respeto, el prestigio y las hestatuas hecuestres. (…) La traición era de otro orden, era como siempre la renuncia a centro, la instalación en la periferia, la amravillosa alegría de la hermandad con otros hombres embarcados en la misma acción. Allí donde cierto tipo humano podía realizarse como héroe, Oliverira se sabia condenado a la peor de las comedias. Entonces valía más pecar por omisión que por comisión. Ser actor significaba renunciar a la platea, y él parecía nacido para ser espectador en fila uno. "Lo malo", se decía Oliveira, "es que además pretendo ser un espectador activo y ahí empieza la cosa". Hespectador hactivo. Había que hanalizar despacio el hasunto"

(Rayuela, cap.90, Julio Cortázar)

domingo, 26 de abril de 2009

Game over


Fin del juego, nos dice la pantalla sin haber echado las monedas, circulares, brillantes, y oscuras. Fin del juego y nos quedamos tan contentos. Nos gusta no haberlo intentado, “total, ya sabía el resultado. Media vuelta, pasos inseguros, conocimiento corrupto, y a tu lado, cientos de derrotados orgullosos de no haber hecho nada, “total, ya sabíamos el resultado”.
Huele a humo, huele a gritos, a prisas, y nosotros también salimos corriendo. Cruzamos la calle con el convencimiento de haber matado a Dios, pero, ¡ay! Si Nietzsche levantara la cabeza, os aniquilaría uno a uno. Ya estás al otro lado, pollo, ya estás al otro lado. Acabas de comprobar como las leyes no sirven de nada, como los símbolos son inútiles, como eres capaz de elegir por mucha presión, por mucho peligro, por mucho terror. Has sido capaz de sacar la lengua, de reir, de ser un pirata burlón, pero, “es que lo hace todo el mundo”. Si todo el mundo alzara su mente, sus sueños, hacia un Valhalla mejor, hacia un Ávalon, si todo el mundo creyera en sí mismo y no viera necesario encender la tela para saber que el vertedero somos nosotros...
Lo más cruel y estúpido es que lo reconocemos. Injusticias, injusticias, injusticias... Alguién dijo delante de un espejo, y apareció el ser humano. “Oh, alguien pega a otro. Pero como ese alguien no soy yo, me suda la polla. Oh, alguien viola a otro alguien. Pero como no soy yo, me suda la polla.”, esa es la filosofía de nuestra vida. Tu filosofía. La de la vagueza. La de vivir sin mover un dedo creyendo que así vivirás más y mejor. Con la creencia de arrodillarte solo para practicar sexo oral, pero caballero, o señorita, estás equivocado, en cualquier momento puede suceder lo siguiente: “¡Eh! ¡Quieren pegarme y violarme! ¿Por qué nadie me ayuda?”, de hecho, ya te está sucediendo.
Llegas a casa, impregnado de un velo escarlata (no se lo digas a nadie, pero es la gente que has masacrado con tu incompetencia), te duchas, te vistes, te sientas, enciendes la tele, te dejas hipnotizar, y llamas a tu esposa.
-Cariño...
-¿Sí?
Podrías decirle la verdad. Podrías decirle que tu vida es una mierda, que ya no la amas, que nunca la amaste, que te follaste el otro día a una puta, que tu vida carece de sentido, que ir a trabajar, cruzar la calle, jugar sin echar monedas, es una rutina suicida.
Podrías, pero no lo haces. Tú sabes porqué, yo sé porqué.
-Te quiero-mientes.
Y esa noche, tal como en la anterior, y al igual que ocurrirá en la siguiente, aparece lo siguiente:


domingo, 22 de marzo de 2009

"Que nos caló en unos segundos"


Nadie me obligará a recordarle.

Sombrero propio y espíritu revolucionario. Sueño en Italia, cabello canoso. No quería ser el último de la fila, debía escucharlo todo.

Un último cigarro.

Nos busca las cosquillas, nos busca el pesar de la realidad. Agujetas tras sus palabras, gafas nuevas tras salir por la puerta. Más y más ventanas. Nos da el aire en la cara, y nos apacigua la mirada.

Un último cigarro.

Todo esto es universitario, hablar sobre los cambios, intentar evitarlos, querer mejorarlos, pensar en los hombres lejanos, escribir y escribir, esculpir un futuro, soñarlo.

Un último cigarro.

Y por encima de todo, luchar por nosotros, luchar por vosotros, luchar por mí y de paso por ti, que para eso estamos, joder, porque podemos, porque puedo, y porque podemos. Y ya que somos caballeros, dibujemos Ávalon en la pizarra, donde seguro nos espera este hombre, que nadie me obligará a recordarle, pues ya lo estoy haciendo.

Y por él, un último cigarro.


Anarquista

- Gugleen Pepe Perona, y pinchen en el primer artículo que les aparezca- apunta “Google” en la pizarra-. “Proyecto Bolonia”. Es que esto es imposible… Déjense ustedes la carrera hasta el año que viene, tómense un año sabático porque esto no les va a llevar a ninguna parte…- fatigado, mira su reloj de pulsera, y parece descubrir el motivo de su ansiedad. Es la hora en punto-: Fumar.

Y abandona la tribuna.

Se podría decir que es la última imagen que tengo de él, y quizá aquella vez que padecía de “disfonía por hablar demasiado” y se dedicó a aconsejarnos en nuestros trabajos individualmente. Entonces se giró y me miró directamente: “¿Acaso piensa usted hacer este trabajo sola?” le diría que sí, con mi media sonrisa de “me has pillado”, aunque al final mi amigo Anarquista se atreviera a adentrarse conmigo en el extraño mundo del español coloquial, pero él nunca lo sabría, porque antes de entregarle los trabajos su cerebro se había pagado dejándole postrado en una cama, y a en punto ya no diría, como solía, “Fumar”, mientras yo me derretía en primera fila. En mi cuadernito azul, en los apuntes, en la agenda, me gustaba escribir entre corchetes todo lo que decía y más, todos los consejos que daba, todas las frases por las que querría recordarle, sin saber muy bien por qué, sin poder imaginar, ni por asomo, que a día de hoy habría deseado escribir mucho más de lo que escribí.

La primera vez que conocí a Pepe Perona y me dijo que “rallar, exuberante, injerir” no se escribían como yo pretendía, me cayó mal. Cuando nos dijo que éramos unos incultos que no sabían escribir ni había leído en su vida un libro decente, me cayó mal. El tercer día de clase, acepté que era verdad.

Hoy, ante la expectativa de que Pepe Perona no se pasará por la clase 1.1.bis ni siquiera para despedirse y a ver si le invitamos a un café en la cantina antes de irse a Italia… No puedo aceptar nada. No lo entiendo. Y, como aprendí de él en esta situación, lo único que se me ocurre hacer ante la insoportable levedad del ser es… fumar.


Bujum




lunes, 16 de marzo de 2009

Sal y Pimienta.





Sal de tu escondite.
Dicen, eres un Don Nadie, pero, ¿has de creertelo? ¿Has de creer todo lo que te dicen? ¿Vas a dejar que otros te describan? ¿Olvidaste tu lápiz o nunca creíste en él? Contestarás a esas preguntas con exagerada vehemencia y orgullo, y luego en tu cama, cinco minutos antes de saludar al hombre de arena, tendrás la verdadera y sincera respuesta, pero la olvidarás, tú ser que olvidas la verdad, que lloras a solas sin derribar una lágrima, que te sientes desgraciado y en la calle, abres tu camiseta con despecho, creyéndote único. Tú que pusiste tu pie izquierdo sobre la escalerilla que te llevaba a ese tren que te hizo cambiar, que debía hacerte cambiar. Tú que jugaste a la rayuela aún sin quererlo. Tú que siempre evolucionaste y sin embargo, te clavas, con la espalda encorvada, quejándote de lo aburrido que resulta leer y hacer el bien. Tú que no eres tú pues olvidaste el pincel que te hizo único. Y aunque eres único, todavía no lo sabes, pues nunca cogerás ese tren, nunca besarás a quien debiste besar, nunca aceptarás que eres un Don Nadie, como todo el mundo.
Sal de tu escondite.

domingo, 15 de marzo de 2009

El País de las Maravilllas


Hoy he aprendido una nueva receta de cocina: si fríes croquetas en una sartén el sábado por la noche y el domingo a mediodía fríes pollo en la misma sartén, el pollo sabe a croqueta. Claro que saltará algún listillo diciendo: ¡ya existen las croquetas de pollo! Pues no, no es lo mismo.

Ayer, sábado por la noche, sola en mi casa, con un par de amigas y más croquetas de las que podríamos soñar, una bolsa de palomitas cancerosas, una peli y un montón de mantas, fuimos las tres personas más felices, por lo menos, de ese edificio. Era de esperar el correspondiente desfase dado que mi familia estaba fuera. Pero no me arrepiento de mi decisión. Algunas veces me da la sensación de no poder concebir un plan tranquilo, aunque me apetezca, porque ir al cine “no se lleva” si no vas a enrollarte con tu periquito correspondiente y si no vas co ese fin “que plan más rancio”, también es difícil quedar una mañana para dar un paseo, ahora que empieza a salir el sol, porque estamos generalmente durmiendo la mona, o simplemente durmiendo, porque cojones lo que nos gusta dormir.

La intención de esta entradilla se adentra en el plano personal, cuando uno vuelve a su casa de madrugada, tan cansado que no es capaz de dormirse. Ayer quise hacer el experimento y los resultados no han sido malos: algunas noches, en vez de quemarlas, puedes dedicarte, simplemente, a mirarlas.


sábado, 7 de marzo de 2009

Mírate (1)

Era un hombre en apariencia normal, un tipo simpático y luchador, un tipo con un sombrero tan magullado por el paso del tiempo, por las constantes lizas, que había perdido el color tan vede que le caracterizaba.
Apoyaba sus manos encallecidas sobre la baranda blanca y sucia, observó el anaranjado atardecer con los ojos perdidos en la futura negrura, y le dedicó sus últimas palabras de caballero oscuro a nadie en particular:
-Abandono. Adiós a todo, a toda esperanza, a toda batalla, a todo cielo azul y a toda oportunidad de libertad, de justicia, y de palabras sinceras. Adiós a toda esa verdad bonita y placentera. Adiós a todos aquellos que querían ser ayudados y te empujaban cuando tendías la mano, los dedos, que ahora están tibios, que han perdido el color y son una simple mancha difuminada en la nada, una simple marcha a todas partes para encontrarme a mí mismo, y olvidaros a todos, pues ese fue el sentido de antes, y antes no tiene sentido, antes está perdido, e importa ahora, y no lucharé por alguien cuya capacidad de deducción le impide ser un Dios. Yo soy un Dios, y todos los que miro y no miro, lo son, pero no son capaces de crecer, de evolucionar: Se ofuscan en sus rincones, frente al ordenador, entre sus lágrimas estúpidas, con sus ideas impropias, navegando en amargados deseos, creyendo vivir extrañas fantasías, amando a nadie, masturbando gritos. Y ya estoy cansado, harto de tanto vino barato. Me largo. Adiós, hasta siempre.
A punto de cruzar el cruce estuvo. Un reflejo azul se posó a su espalda, lo observó, y le dijo...



Necesita ser continuado... ¿Alguién se ofrece?

Taaan sencillo.


Ojalá todo fuera tan fácil, tan fácil como al escribir, o tan fácil como al cerrar los ojos e imaginar. Ojalá todo fuera tan fácil, que no hiciera falta la teoría, que los libros, las caricias, las preguntas, fueran innecesarias, guiándonos al final por dos o tres tonterías, por dos o tres sensaciones, y acabar llenando nuestra copa de disfrute pues, ¿para qué nos vamos a enfadar? Si todo fuera tan fácil, no sería necesario enfadarse. De hecho, no existiría el enojo. Bueno, que me ha dejado la novia, pues ya encontraré otra... sigamos con nuestra vida. Bueno, que he perdido el autobus, pues nada, la próxima vez seré más precavido. Y así, y así, y así. Pensamientos tan sencillos que nos asustan de la maldita sencillez que cargan, que poseen, que conllevan. Como si nos dijeran: “Te regalo una casa si das un salto”, al final probablemente no saltes, completamente desconfiado. Ojalá todo fuera tan fácil y pudiéramos hacer caso de los desconocidos. Pero los desconocidos nunca nos harán la vida fácil, ¿no? Y frente al espejo, todo es tan difícil, todo es tan contradictorio, tan esquizofrénico... Ojalá todos estuviéramos locos. Ojalá todos estuviéramos encerrados en nuestras habitaciones individuales con nuestra camisa de fuerza. Ojalá fuera así, tan repetitivo y a la vez tan diferente. En la habitación uno la mujer se dedica a dormir y a dar patadas a la nada. En la dos el hombre no para de gritar. En la tres alguien bisbisea. Y todos, absolutamente todos, en su locura, con las manos entumecidas, el odio convertido en una fantasía, son felices. Estúpidamente felices. Ojalá fuera tan sencillo y nosotros dejáramos de ser estúpidamente tristes. Ojalá todo fuera tan sencillo y pudiéramos ser capaces de estar lo suficientemente locos como para ser felices ante las tontas pruebas de la vida, que no son más que enfrentarnos a nosotros mismos, a nuestra cólera, a nuestro estúpida “naturaleza”, que se nos llena la boca de pronunciar tal palabra: “Nuestra naturaleza”. O mejor: “Es que soy así”. Ojalá todo fuera tan sencillo, y nuestra naturaleza nos ayudara a mandar a la mierda ese “soy así”.



Ojalá todo fuera tan sencillo.
Y lo es. Si no lo fuera, no sería capaz de decir lo que estoy diciendo. Ojalá todo fuera tan sencillo y vosotros, a partir de este momento, tras haber recapacitado la teoría, la apliquéis a vosotros mismos.

Fíjate


“Vas a la universidad con los cascos puestos y no te das ni cuenta de lo que pasa…”.

Mi padre tenía razón cuando me decía hace unos minutos esta frase mientras acabábamos de comer. A lo mejor se cree que me ha dado la paliza o que estoy enfadada con él por banalizar mi magnífico tren de vida de diecinueve añera sin problemas, pero todo lo contrario. Él tiene razón en esto, lo admito y me avergüenzo de ello.

Todo el tema ha surgido porque le he hecho partícipe de algo que me rondaba por la cabeza, que me suele rondar con frecuencia, y es la idea de implicarse socialmente con los verdaderos problemas de la sociedad. Es verdad que organizar manifestaciones o fiestas para la universidad me parece echar energías en saco roto, anillar pájaros no acabó de seducirme y dar clase a niños con problemas en casa interfirió con mi propia educación, que cada vez se vuelve una amante más exigente. Pero, al final, comienzo un montón de cosas que nuca acabo, y se me viene a la cabeza un magnífico artículo que leí hace un tiempo sobre los “cadáveres de ilusiones que arrastramos a nuestras espaldas”, una de las mayores tragedias del joven de a pie, pues en esta pequeña ciudad que es Murcia no te falta el apoyo, ni mucho menos, para convertirte en lo que quieras, para culturizarte hasta que rezumes poesía y pintura impresionista, para enrolarte en Médicos sin Fronteras o participar en comedores comunitarios, o si quieres puedes convertirte en una leyenda de las noches de desfase, vivir la vida intensamente a costa de papá y de vez en cuando dejarte ver en las manifestaciones estudiantiles. Qué chic. Esto último me parece bastante superficial, y lo siento porque es, en último término, en lo que nos acabamos convirtiendo los culturetas de turno, en gafapastas encaramados tras una superchachi taza de té en Ítaca, diciendo: “qué tedio todo…”, marcando el compás con el pie de “diecinueve días y quinientas noches” ( a ver si hay suerte y nos ponen otra, que esto parece kissfm) y quejándonos, seguramente, porque un profesor nos va a pedir unas horas más de clase para asistir a unas charlas que son un auténtico regalo para aquel al que realmente le interese lo que estudia, pero claro, tu te quejas, porque preferirías estar en tu casa viendo cameracafé y tres horas de clase al día ya son terriblemente pesadas, a ver si convenzo a este y nos vamos a hacer el perro.

Así y todo, pasan los días y no haces absolutamente nada, y por no hacer ni siquiera te miras al espejo ni te das cuenta de que estás perdiendo de la forma más horrible los mejores años de tu vida, de una vida privilegiada con la que millones de niños solo pueden soñar.

Supongo que explotar de esta forma también es algo hipócrita y que no sirve de nada. Bueno, no se si os ha servido de algo, pero a mí que me pongan en mi sitio si me ha servido para tomar tierra y pensar en hacer algo más, porque se puede.

Aunque bien lo sabéis vosotros. La paliza siempre es opcional.


jueves, 5 de marzo de 2009

Apagado o fuera de cobertura.


Tristeza: Estado del cuerpo cuando este se siente inútil y pesado, debido a un golpe mental y emocional.
Hay que ver como las sensaciones condicionan nuestros pasos, si más largos, o más cortos, o más poderosos, o más lentos. ¿¡Qué más quieres de mí, mundo, que con tus besos modificas el placer de los besos!? Así es. Sinceramente, a todos nos ha pasado.
Y como si de una aventura se tratase, de un puzzle, busquemos la clave, la salida, o a nosotros mismos, o el tiempo, pero tarde o temprano el río volverá a estar tranquilo, y llegaremos al otro lado, con o sin la ayuda de Cristobal.
¿Si fuéramos capaces de superar nuestros problemas al instante? ¿De erradicar la tristeza pestañeando? Piensa un segundo: sentirse mal no sirve de nada, nos recuerda que algo no marcha bien: Y punto.
Pero, como vemos que todo el mundo sigue en sus treces, si quieren llorar siguen llorando, si quieren suicidarse se suicidan, si no quieren solucionar nada, no solucionan nada, y se abaten a sí mismos, y les cubre la bruma...
Superemos nosotros esa conciencia. Si la mente nos transmuta, mas a la vez nos pertenece, transmutemosla nosotros para que el pesar apenas dure. Si crees que la mente no te pertenece, evoluciona y hazla tuya. Ámala.
Hagamos los pensamientos nuestros, y el cuerpo invencible.
No quiero convertiros en superhéroes de novelas gráficas, quiero ahorraros el mayor tiempo posible, quiero que guardéis la sal y el agua, y diseñar vuestras sonrisas, viéndolas para siempre estampadas en vuestros rostros. Quiero que vosotros mismos elijáis cuando se puede estar apagado, o fuera de cobertura.
Si desconectamos de nosotros la sensación, si decimos "no me arrastres" y nos plantamos con los pies desnudos, con el alma iracunda, frente a esa ola imposible de superar, seremos, quizás, no dioses, pero sí menos tristes durante varios segundos.
El caso es superarse, y llegar al cielo, sin movernos del infierno.

lunes, 2 de marzo de 2009

Sueños.


El mundo está demasiado tranquilo. Alguien nos dice, alguien nos comenta, que debemos enamorarnos. Y nosotros, tontos, que dejamos de creer en juguetes hace tanto (hace tres días), nos sentimos tentados por el afán de encontrar a esa persona, ese sueño.
Cuando la búsqueda transmuta la realidad, dijo alguien hace tiempo. Todo entonces se vino encima, todo cayó lenta y poderosamente sobre los brazos abiertos de los idiotas. Duele. Lo sé de sobra, me lo ha dicho la experiencia. Pero como siempre ha sido eso lo que nos han enseñado... ¿quiénes somos nosotros para negarlo?
Yo soy uno más, seamos sinceros. Con la misma capacidad de decisión que tú y que yo. Que también ama, desea, busca, y es rechazado. Soy un cobarde, sí, y jode mucho, pero es lo que toca. Los sueños nos convierten en cobardes, nos convierten en corderitos estúpidos, evolucionamos en subespecie, que llora desesperadamente, frente al televisor, frente al monitor. Nos creemos de la serie Alfa y no somos ni Epsilon.
Mas, ¿es malo soñar? No. Jamás. Cuando soñar equivale a intentar y rozar llegamos a la primera fase: el beso. Esa caricia tan cálida, tan placentera, que durante un segundo será certera. En ese momento ocurrirán dos cosas, orgasmo o rechazo. Al encontrarnos con el orgasmo todo es terriblemente bello, todo es casi imaginario, todo es grandilocuente, cogido con pinzas. Si de pronto el rechazo nos golpea, ¿qué hacemos? Gemir de espanto, sentir el dolor y pregonar. ¿Qué debería hacer? Sentir. Simplemente. Sentir. Dejarse abrazar por la sensación aunque no sea compartida. Tener, quizás, la mínima esperanza de que algún día podamos conquistar tierra santa usando las palabras, pero nunca, jamás, entristecernos por ello. Soñar y ser rechazado es leer un hermoso libro: Saber que te has enamorado de un personaje que nunca verás, con el conocimiento de que sólo existe con tinta.
Qué bonito suena, ¿verdad? ¡No sentirse desesperanzado cuando los vientos no están a favor! El barco pirata se acerca a toda velocidad y tú, amable pasajero, eres un don nadie, siempre te lo han hecho saber (no sales en la tele, no sales en la radio, no eres el más mono ni la más mona) pero tienes la esperanza, el sueño, de que vas a salir vivo de esta.
Querido lector, quiero que recojas esos sentimientos y los guardes para tí, aunque la dama más hermosa e inteligente te rechace, aunque no consigas darle al piano el ritmo de los sentimientos, aunque se vaya de tu lado tu amado, te pido, por favor, que guardes esos segundos. Nadie podrá arrebatártelos, sólo tú sabrás disfrutarlos.
Lucha por tus sueños, pero no derrames una lágrima. No merecen nada más de ti.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Cuando la búsqueda transmuta la realidad



Esther lleva cuatro días sin pegar ojo, y Alberto, que comparte su almohada, tiene el desvelo haciéndole un nudo en el estómago. ¿Cómo ha podido suceder, cuándo, en qué momento, perdió la carpeta con aquellos valiosos dibujos? Esther está preparando la comida, alguien llama a la puerta. Dos muchachos jóvenes aseguran tener uno de los tres dibujos que, según decía en su anuncio, había perdido. Pero ella lo mira un momento, y decide que no es el que había perdido. Esa noche había dejado de llorar de impotencia. Esa noche había conseguido dormir. Por primera vez, en semanas, no había pensado en los dichosos dibujos. Contrariados, los muchachos se marchan, bajando los escalones de dos en dos.

Mr. Thomas regenta una pequeña tienda de antigüedades en la ciudad de Londres. Sócrates, su joven ayudante, es demasiado patoso para tan cuidadoso oficio, pero Mr. Tomas no es capaz de echarlo de su lado. A Mr. Thomas no le suele gustar la gente, prefiere no verse en la tesitura de tener que buscar a otro ayudante en el que confiar. Mr. Thomas a veces piensa en Sara, sobretodo cuando la lluvia golpea los cristales del escaparate, y mujeres altas y delgadas danzan bajo la lluvia refugiadas en paraguas que parecen cuervos acechantes. Cuando el repiqueteo en su cabeza es demasiado doloroso, rápidamente se escolta en la facturación del mes, y poco a poco el rostro se borra del cristal de su memoria. Una mañana creyó que sus recuerdos le jugaban una mala pasada, pues vio claramente a Sara entrar en su pequeña tienda de antigüedades. Ha de aceptar que no se trata de un sueño cuando ella no le llama Mr. Thomas, sino David. Sara ha soñado muchas veces con ese momento, pero a Mr. Thomas no le gusta la lluvia, y está deseando que ella se marche. Sara sonríe. El medallón que cuelga en su cuello, de repente, no brilla tanto. Hasta siempre, David.

Donatello tiene nombre de poeta. Pero eso no está bien, no, es casi una enfermedad. ¿Esos desvelos, cuando el frenesí por rellenar páginas y páginas de anhelos le aborda en mitad de la noche? Pero Donatello no sabe sino sufrir porque le requisen los cuadernos y los útiles de escritura, y recitar con los pájaros la poesía que palpita en sus labios. Años más tarde, con las palmas de sus manos llenas de versos que le sangran de belleza inadvertida, sabrá explicar, a los enemigos de la palabra escrita, ¿qué es poesía?

Estos tres personajes me cautivaron, hace al menos un año, cuando intentaba sacar a relucir en mi trabajo sobre literatura el por qué: por qué sufrían, negaban, lloraban en silencio, y cuál era el origen de tamaña tragedia. El trabajo se tituló como lo que hoy da nombre a este artículo: Cuando la búsqueda transmuta la realidad*. Estos tres personajes son víctimas de una obsesión que les consume la vida, es la obsesión del que busca algo que no llega, que nunca llega, la tragedia del que gasta sus fuerzas en urdir la trama de la fórmula que le catapultará directo hacia el éxito. Y cuando, por fin, llegan al final del camino, descubren que erraron en algún cálculo, o que no era exactamente como lo habían imaginado. Y si algo así no es perfecto, de hecho, es un jodido desastre. Así que no les queda otra que recoger sus cosas y, con una mano delante y otra detrás, marcharse a inventarse otra forma de vivir sus vidas.

Esta es la verdadera tragedia del ser humano, señores. Primero, que la vida sea tan corta, y segundo, que descubramos, demasiado tarde, que la hemos malgastado creyendo que nuestros sacrificios eran inversiones. Porque como alguien más importante que tu y que yo y que el que lea después de nosotros esto dijo una vez: al final, en el techo de la existencia humana, no hay nada*.

*Los relatos que se citan están sacados de “Antiguo y Mate” (Dionisia García)

* “man has de duty of facing the human condition as a recognition that at the roof of our being there is nothingness” (Jean Paul Sartre)


miércoles, 4 de febrero de 2009

Volar



Miro a la izquierda, a la derecha, y contemplo rostros sedientos de libertad, hartos de palabras, plagados de orgullo... Sí, queréis volar, pero no lo intentáis. Como tontos, agitamos las alas con intención de despegar del suelo, “lo hemos visto en la tele”. Tan panchos, tan contentos, tan idiotas. El ave no vuela por tener alas, ni el avión, ni el trozo de papel trucado. No.

Entonces, ¿por qué? Por el impulso.

Ese toquecito, esa patada en los cuartos traseros, ese lanzar hacia arriba... las ideas. Sí, esa chispa, esa bomba que explota. Las ideas son el impulso que necesitamos para ser libres.

Todos queréis volar, pero ninguno sabe cómo, y todos os creéis libres:

“Hago lo que quiero, visto como quiero, veo lo que quiero, follo como quiero, pienso como quiero...”, y un largo etcétera de mentiras y calumnias.

¿Haces lo que quieres? Probablemente te preguntaré acerca de tu moral y demás, y qué casualidad, te parecerás en gran medida a la generación que te rodea.

¿Vistes como quieres? Dime qué escuchas, y te diré quien eres.

¿Ves lo que quieres? Te plantas delante del televisor a ver los mismos programas que todo el mundo, las mismas páginas que todos, las mismas gilipolleces.

¿Follas como quieres? Creído de mierda...

¿Piensas como quieras? Aquí, mejor, no comento nada, paso de hacer esfuerzos inútiles.

¿Qué podemos sacar de bueno de todo esto? ¿De toda esta sociedad? Pues, antiguamente, se decía “es como debe ser”. Todavía existen esos gilipollas propagando tales estupideces. Ya morirán, dejad pasar el tiempo. Yo quiero centrarme en ese relámpago entre oscuridad, nimio, tibio, pero certero.

Veo los dedos desnudos de una generación rozando los muros de ideales, intentando contemplar lo del otro lado, intentando llegar al otro extremo a través de sus alas, a través de sus gritos. Pero entonces, cometen un error: Miran a los lados. ¡Nefasto error! A los lados puede haber estúpidos, trozos de carne, cuyo único sentido sea el de decorar a su antojo la pared. Entonces quedaremos contaminados por ellos (nos guste o no, lo creamos o no), y se nos olvidará que el sentido de evolucionar no es llegar al otro lado, sino escalar, colocar los pies como podamos, impulsarnos, y...

Volar.

miércoles, 28 de enero de 2009

¿Evolucionamos?

Quizá estas palabras, lectores, les suenen a la contraportada de un libro de autoayuda o al panfleto de una secta. Pero no. O no es tal la intención que mi compañero, como decirlo, del tedio que supura nuestra existencia, y yo, profesamos. Nada más lejos, como ya se irá viendo, que el ir, poco a poco, desgajando, desde nuestra particular y coincidente perspectiva los entresijos de esta perfectamente articulada sociedad que, sin embargo, no sabe dar dos pasos sin desmontarse. Y quien no ha tenido que aguantar, alguna que otra vez, la idea de que “no se adapta”. En fin, amigos, dichoso aquel que no es capaz de encajar en todas partes. Porque si no, vaya tela, ¿acaso estás hecho de Play-doo? Porque, señores, ¿y si le diéramos la vuelta a la tortilla? En pocas palabras, ¿y si son ustedes a los que les falta una vuelta de tuerca? Quizá, la ansiada “adaptación” que profesáis, con la que se os llena la boca, sea en realidad la causa que desencadena la fatal historia de la tragedia humana por excelencia. La insoportable levedad del ser, que me gusta llamarlo a mí. Esta “insatisfacción crónica” a la que tantos artistas se han remitido no es más que el padrenuestro de todos y cada uno de nosotros, día tras día. Y tanto sufrimiento, ¿de dónde carajo ha salido? La desilusión, el inconformismo, el aburrimiento, el bloqueo emocional… Aunque el deporte favorito de esta sociedad sea negar que esta clase de cosas te pegan una ostia cada mañana cuando te levantas, que no hay que comerse el tarro y demás, que qué calentura de cabeza, a mi me da que negarlo es el primer paso para que se te meta debajo de la piel cual garrapata. Todo esto existe, y forma parte de nosotros, ¿acaso creen que mirar hacia otro lado va a hacer que desaparezca? Solo el flamenco piensa así, y amigos: ni siquiera es un mamífero. Resumiendo, quizá este blog únicamente les sirva para verter su diarrea verbal, y eso esta bien, pues mejor es desahogarse que el que te salga un tumor; quizá les aburra mi intensa pedantería y el exacerbado idealismo de mi compañero se les haga una perogrullada, pues qué se le va a hacer. O quizá, y pecaré de idealista, consideren nuestras tempranas reflexiones mesando sus largas barbas- y, por favor, fumen en pipa- y, de vez en cuando, tengan a bien dar su punto de vista, corregirnos aunque sea la ortografía, o, si quieren, también, pueden solidarizarse con este par de inadaptados.
Buenas noches.

martes, 27 de enero de 2009

Bienvenidos


Evolucionemos. Es así de simple. Puede parecer complejo, y en el fondo lo es. Pero no es más difícil que superar un problema, o que reírte en la cara del deber. Es mucho más sencillo, es querer.

Digo “evolucionemos”, pues yo también debo hacerlo, pues aún sufro y me da por llorar cada otoño, cuando las condiciones se vuelven adversas. Y no me quedo. Probablemente, si han construido un puente en mi mirada, es porque yo he querido, porque yo me he dejado, y no por merecerlo. Entiéndeme, me considero inútil. Pero a ti también te lo considero. Te considero un estorbo, pero te amo.

Eres un estorbo al no dejarme respirar. No tú, todos. Sois piedras que no dejan fluir el río. Lo cuestionáis sin saber muy bien porqué. Os amo porque yo también soy un trozo inerte de materia. Pero voy a ser orgulloso, o pretencioso, y jurar que estoy en otro lugar, lamiendo las suaves y azucaradas partículas de ese torrente llamado futuro, llamado libertad. Aprender de cada uno de los segundos, y no un simple riego de golpes sobre mi rostro futuramente marchito.

¡Ay, que trabajo nos cuesta pensar como debiéramos! Y voy a usar vuestras palabras sobre la moral, sobre lo bonito, lo bello, lo encantador, el príncipe azul, para machacaros el rostro con el cruel, estrangulador, agobiante, y bonito tacto de la realidad, esa en la que crees flotar y yo sólo veo como potas… Tan vil y vulgarmente, como si de nada se tratase, como si no fuera contigo, como si fueras especial.

Y lo eres. Eres especial. O, más bien, tienes la capacidad de serlo, de ser diferente, de ser potencialmente particular. Sin embargo, te frenas y miras a los lados, buscando miradas que asientan, y entonces tú puedas cruzar la calle. Vengo a guiarte un poco, a decirte cuando y porqué deberías mirar a los lados, pero, como eres así, simple y orgulloso (un defecto que espero poder reparar), te insultaré y te apuñalaré en la zona más hermosa de tu alma, donde más te duele. Quiero verte sangrar, y cuando lo hayas perdido todo, cuando sólo te quede gritar, grites, y te des cuenta de cuan hermosa es la soledad, de cuan hermosa es la imagen del espejo, de cómo tus músculos y tus ojos cambian con el fin de, bueno, ya sabes, evolucionar, pues eso busco, que evoluciones.

Para ello, voy a usar el arma más utilizada, tristemente despreciada, que tanto apartáis de vuestro lado, que tanto ignoráis: las palabras, esas que forman frases que forman párrafos que forman torrentes de ideas y os arrastran, pero el río que yo crearé será tan sumamente fuerte, tan letal, y a la vez tan hermoso, que sólo os aniquilará para limpiaros la mirada y haceros vivir de verdad, para resucitaros, para enseñaros el camino invisible, el camino de “elige lo que quieras”, no “lo que debas”, ni un “destruye cuanto quieras”, ¡no! No, y mil veces no.

Simple, cruel, triste, y bellamente, evolucionemos.

Bienvenidos.