lunes, 16 de marzo de 2009

Sal y Pimienta.





Sal de tu escondite.
Dicen, eres un Don Nadie, pero, ¿has de creertelo? ¿Has de creer todo lo que te dicen? ¿Vas a dejar que otros te describan? ¿Olvidaste tu lápiz o nunca creíste en él? Contestarás a esas preguntas con exagerada vehemencia y orgullo, y luego en tu cama, cinco minutos antes de saludar al hombre de arena, tendrás la verdadera y sincera respuesta, pero la olvidarás, tú ser que olvidas la verdad, que lloras a solas sin derribar una lágrima, que te sientes desgraciado y en la calle, abres tu camiseta con despecho, creyéndote único. Tú que pusiste tu pie izquierdo sobre la escalerilla que te llevaba a ese tren que te hizo cambiar, que debía hacerte cambiar. Tú que jugaste a la rayuela aún sin quererlo. Tú que siempre evolucionaste y sin embargo, te clavas, con la espalda encorvada, quejándote de lo aburrido que resulta leer y hacer el bien. Tú que no eres tú pues olvidaste el pincel que te hizo único. Y aunque eres único, todavía no lo sabes, pues nunca cogerás ese tren, nunca besarás a quien debiste besar, nunca aceptarás que eres un Don Nadie, como todo el mundo.
Sal de tu escondite.

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